Nuestra vida cotidiana actual es una carrera constante y nuestra salud mental nunca es óptima.
Siempre estamos corriendo, nunca nos tomamos un momento para detenernos y analizar nuestro estado de ánimo actual. No nos permitimos procesar eventos o traumas porque mostrarnos vulnerables implica debilidad.
El estrés, la ansiedad y el miedo están muy presentes en nuestra vida cotidiana. Estamos en un constante estado de fuga o lucha. Vemos esto todos los días, desde niños pequeños hasta adolescentes y adultos.
Muchos estudios han demostrado que estar en este estado, todo el tiempo, puede causar problemas de salud graves, como depresión, ataques de pánico, úlceras estomacales, alergias y más.
Darnos permiso para “autocuidarnos” semanal o mensualmente, utilizando terapias complementarias como el Reiki, puede ser un gran aliado, que ayudará a que nuestro cuerpo, mente y espíritu descansen, se renueven, se recarguen y se regeneren.
El Reiki es una técnica japonesa para la reducción del estrés y la relajación que también promueve la curación. Se administra “imponiendo las manos” y se conecta con la energía de la fuerza vital que fluye a través de nosotros. Esta energía de fuerza de vida es lo que hace que estemos saludables en mente, cuerpo y espíritu.
A través de mi experiencia personal en mis años de práctica, he visto clientes tan jóvenes como chicos de 5 años recuperarse de un tic nervioso causado por un accidente automovilístico, también he visto a un niño de 10 años con un problema de atención a mejorar la concentración y comportamiento, y hasta un joven que se recupera lentamente de un trauma mental y emocionalmente debilitante.
¿Por qué? Porque el Reiki permite que nuestros cuerpos y nuestra mente descansen, procesen el estrés y el trauma de una manera saludable y espiritual. Permite que nuestros cuerpos apaguen su “modo de avión” y de lucha, y que descansen en un estado natural que es vital para una salud óptima.
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