¿Qué tenés que hacer para sanar tu árbol genealógico? ¿Meditar, hacer ho’oponopono, escribir cartas de liberación del clan?
¿Cuál es la receta para deshacer una fidelidad familiar?
Casi todo ayuda, casi todo suma, pero si te empeñás en sanar tu árbol genealógico a toda costa, vas a fracasar.
Si no entendés e integrás que vos sos el árbol, poco podrás sanar.
Te podría decir… ¡Sánate VOS, no a tu árbol!
Sé que ya te gustaría que muchas cosas que no funcionan bien se resolvieran ahora, de forma inmediata y que no sabés por dónde comenzar, ni cómo hacerlo…
Lo primero que quiero hacerte notar es que con esa actitud de echarle la culpa a la familia por nuestros problemas no vas bien. Ellos hicieron y no hicieron, tomaron decisiones que nos afectan, es cierto, pero de qué sirve devolverles esas vivencias?
Es mejor tomar conciencia de que cada árbol genealógico acaba y empieza en cada uno de nosotros, que es nuestro, que somos responsables de lo que hagamos con todos esos legados.
No tenés que buscar afuera tuyo, investigar sí, pero sin alejarte de tu presente y de lo que sos y hacés.
¿De qué hablamos cuando hablamos de sanar?
Sospecho que muchas personas no tienen claro qué abarca este concepto, ¿qué pasará cuando curemos el árbol? ¿Es eso posible? ¿Tus padres serán más amables con vos? ¿Los muertos descansarán en paz en sus tumbas? ¿Dejarás de tener ese dolor de espalda?
¿Y si nos olvidamos de sanar y nos centramos en la parte de nosotros que es disfuncional y que no nos deja vivir la vida con tranquilidad?
¿Esperás cambios espectaculares si hacés lo que se supone que tenés que hacer para acabar con tus sufrimientos? ¿Querés una receta que resuelva tus asuntos transgeneracionales?
Yo no la tengo.
Creo que no hay fórmulas infalibles.
Hay formas, no fórmulas.
Lo que a uno le funciona a otro no, incluso puede que le haga empeorar.
Creo que hay que hacer mucho trabajo personal, además multidisciplinar y constante, y que hay que tener la mejor de las actitudes posibles. Importa más cómo vivís el proceso, que el objetivo en sí mismo.
Quien se rinde ante lo inabarcable que resulta el árbol genealógico alcanza antes sus objetivos, crece sin prisa pero sin pausa.
No acabarás jamás de los jamases con tu genealogía, porque siempre hay algo que rescatar del olvido, una investigación pendiente, un secreto que se resiste a salir a la superficie. La vida es así de interesante, siempre hay cosas por hacer hasta que llega el día de nuestra muerte.
Hay personas que pueden ayudarte a elaborar duelos del pasado y a gestionar las heridas que no se han curado, otras pueden servirte de espejo para darte cuenta de quién sos.
Yo soy una de ellas porque integro la investigación con el análisis del árbol genealógico. Creo que en lo que hago y sé que ayuda a muchas personas.
¡Estás invitado a explorar tu historia familiar!
¿Has cambiado desde que investigas tu genealogía?
¿Cuánto llevas trabajando en tu árbol?