¿Sos de los que tiene los pies en la tierra? ¿O andás todo el tiempo con la cabeza por las nubes?
Actualmente, vivir con los pies en la tierra, sentirse estable, bien afirmado en la realidad, se está haciendo cada vez más difícil.
La incertidumbre y la preocupación por el futuro hacen que nuestra mente se dispare y no cese de analizar y sopesar la información que le llega, en su afán de obtener la anhelada seguridad.
Vivimos en nuestra mente, saltando del pasado hacia el futuro, pero perdiéndonos el presente.
Tener la cabeza en las nubes es también característico de las personas ancladas en el pasado, obsesionadas por alguna circunstancia traumática que no han podido superar. Asimismo, cuando tenemos miedo y nos sentimos incapaces de afrontar la vida real, solemos refugiarnos en nuestra mente, creando un mundo de fantasía en el que encontramos la seguridad que necesitamos.
Por lo general, las personas muy mentales se desconectan también de su propio cuerpo y de sus sensaciones, acentuando aún más la separación con el mundo físico.
El resultado es que nos sentimos perdidos, desorientados. Nuestros pasos en la vida carecen de firmeza, parece que flotamos, y eso es porque toda nuestra energía está arriba, en nuestra mente, y nuestros pies, piernas, pelvis y cadera se encuentran faltos de fuerza.
El campo energético humano
En el campo energético humano la conexión con la tierra se realiza a través del chakra base. Nuestra energía física, la vitalidad y el deseo de supervivencia son aspectos fundamentales de este chakra.
Si se encuentra abierto, es decir, si la energía vital fluye equilibradamente, se afirma el deseo de vivir en la realidad física, actuando en armonía con la tierra.
Si está cerrado, se experimentará el sentimiento de no pisar tierra firme y la vida será una carga.
En Medicina Tradicional China, la tierra es uno de los cinco elementos (madera, fuego, tierra, metal y agua) a través de los cuales se explican todos los procesos energéticos del universo.
La tierra representa la seguridad, el cobijo, la nutrición, la abundancia y la generosidad. Cuando este elemento está en equilibrio nos sentimos protegidos, en calma. A donde vamos nos sentimos bien recibidos y cómodos, “como en casa”.
Cuando el elemento tierra es débil, nos sentimos inseguros y buscamos la seguridad fuera de nosotros, en la comida, la bebida, el tabaco, las relaciones.
Fortalecer nuestra conexión con la tierra es fundamental para volver a instalarnos en la realidad presente, centrándonos en la importancia de cada momento.
Al igual que cuando conectamos a tierra un circuito eléctrico le proporcionamos una salida a la descarga energética, el ser humano puede liberarse del exceso de energía mental, de las fantasías y de los miedos que le atenazan, enraizándose en la tierra.
Ejercicio para enraizarse en la tierra
Este ejercicio es buenísimo para realizarlo en la naturaleza, si es posible con los pies descalzos, en contacto con la tierra. Pero igualmente lo podemos practicar en nuestra casa.
- De pie, espalda recta, cuello y hombros relajados, brazos separados de los costados a la distancia de un puño, manos y dedos apuntando al suelo, rodillas flexionadas, pies abiertos, alineados con los hombros.
- Respiramos profundamente mientras realizamos un chequeo de nuestro cuerpo y nuestra mente.
- Vamos relajando las tensiones mentales y corporales. En cada exhalación descargamos a tierra todo aquello que no nos beneficia.
- Llevamos ahora la a atención a nuestros pies.
- Nos imaginamos que de la planta de nuestros pies surgen unas gruesas raíces y visualizamos como crecen y se introducen en la corteza terrestre, atravesando las profundidades de la Tierra hasta llegar a su núcleo incandescente, donde arraigan con gran fuerza.
- Conectamos con la energía de la Tierra y sentimos como su flujo vital asciende por las raíces hasta los pies y de ahí a todo nuestro cuerpo, para darnos lo que más necesitemos en ese momento: seguridad, cuidado, prosperidad…
- Permanecemos unos minutos más, integrando las sensaciones que nos van llegando.
- Agradecemos la energía recibida.
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